Hay personas que critican la psicología positiva y la llamada ciencia de la felicidad porque dicen que no existe tal cosa, que la felicidad no puede ser una ciencia y que la vida es mucho más complicada que todo lo que proponen los modelos y teorías de la psicología positiva. Además, hay quienes piensan que la búsqueda de la felicidad es una fórmula del sistema para mantenernos dóciles y adoctrinados, una especie de “opio para el pueblo” que nos lleva a cumplir con lo establecido, y a poner buena cara al mal tiempo, ya que si sigues las pautas de la sociedad y el camino marcado hacia el éxito, serás feliz y dichoso.
Sin embargo, vemos que esto no es así por varias razones. La primera es que si simplemente nos ceñimos a esa idea de felicidad y de éxito más popular y extendida, asociada al sistema capitalista y al consumismo, está comprobado que ese enfoque no construye un bienestar auténtico y de base, algo sólido y permanente; sino más bien picos u oleadas de felicidad efímera, relacionada fundamentalmente con la búsqueda del placer y la evitación del dolor. Hay muchas personas que siguen ese camino y que luego sufren grandes problemas de estrés o ansiedad, incluso depresión y un vacío interior enorme al haber perdido su esencia por el camino y estar desconectados de lo que de verdad son y quieren hacer.
En segundo lugar, si uno dedica un poco de tiempo a leer y profundizar en la psicología positiva, verá que esa idea de felicidad, como de gominola dulce y maleable, no es la que propone, sino todo lo contrario. Desde esta rama científica de la psicología, se defiende una idea de felicidad o bienestar subjetivo basado en el autoconocimiento, la libertad y el propósito. Una felicidad que empodera a los individuos y los conecta con su entorno de forma consciente y responsable. Una felicidad que también implica momentos de sufrimiento y de emociones negativas, que afrontamos y comprendemos para intentar salir fortalecidos y avanzar en nuestro propio camino de crecimiento personal.
En este sentido, resulta muy interesante recordar uno de los planteamientos que Martin Seligman, padre de la psicología positiva, hacía en su libro “La auténtica felicidad” del año 2002. En él habla de la existencia de tres vías que conducen a diferentes tipos de bienestar y felicidad de manera independiente, y que únicamente al trabajarlas de manera conjunta es cuando conseguimos abrir las puertas de la auténtica felicidad, la que nos aporta paz y serenidad interior. Estas tres vías son:
- La vida placentera: está orientada a potenciar las emociones positivas en el presente, el pasado y el futuro. Es la vía relacionada con el hedonismo: búsqueda del placer y de las emociones agradables y evitación del dolor y de las emociones desagradables.
- La vida comprometida: consiste en orientarnos hacia metas y objetivos que nos motivan y que nos esforzamos en cumplir. Esta vía trata de poner en práctica nuestras fortalezas de carácter, con el objeto de desarrollar experiencias positivas y estimulantes con las que nos sintamos realizados.
- La vida con significado: consiste en dotar a la vida de un sentido trascendente, algo que para nosotros sea importante y también lo sea para los demás. Consiste en usar las propias fortalezas y talentos al servicio de otros. Es trascender lo personal y dedicar tiempo a algo más: familia, amigos, sociedad, naturaleza, cultura, mundo…
Como decíamos un poco más arriba, debemos vivir las tres vidas de forma equilibrada y complementaria, para avanzar en lo que Seligman define como «la auténtica felicidad».
Sin embargo, todos sabemos que no se puede ser feliz siempre, y tiene que quedar claro que no es eso lo que se pretende desde la psicología positiva o la ciencia de la felicidad. El mensaje consiste más bien en saber cuáles son los ingredientes y elementos que podemos trabajar para tener una vida más plena y desarrollar recursos y herramientas internas que nos permitan solucionar los problemas y adversidades de la vida, potenciar todo lo bueno que nos ocurre y ser agentes activos en nuestra vida y desarrollo.
Un aspecto importante a tener en cuenta en todo este asunto es que no todo es blanco o negro, bueno o malo, perfecto o imperfecto… Existen los matices y los puntos medios y dentro de esa variedad es donde cada persona tiene que ir probando y encontrando lo que le funciona y le hace sentir bien.
¿Eres consciente de cuántas veces piensas solo en extremos? Es el llamado pensamiento dicotómico y lo hacemos todos con más frecuencia de la que deberíamos. La dicotomía indica la separación de un concepto en dos partes que pueden ser complementarias, opuestas o antagónicas entre sí. El pensamiento dicotómico es una forma que tiene nuestra mente de funcionar para simplificar las cosas y facilitar la toma de decisiones, utilizando la polarización y los términos absolutos. Esto ocurre así porque en ocasiones es concordante con la realidad y en muchas ocasiones nos ha ayudado como especie: vida o muerte, día o noche, lucha o huida… Sin embargo, en muchos otros aspectos de nuestro día a día y nuestras relaciones, sí que hay términos medios y puntos de unión entre alternativas aparentemente opuestas y es justamente ahí dónde encontramos recursos nuevos y soluciones más abiertas.
Aunque el mundo y nuestra mente nos lleve en ocasiones a clasificar las experiencias según estas dicotomías, es importante saber que en realidad la vida y todo lo que ella contiene, no es buena o mala, todo o nada, útil o inútil, derecha o izquierda, estás conmigo o estás en contra… Hay que tener cuidado con las falsas dicotomías, ya que reducen nuestra visión del mundo y nos limitan.
Así que aún sabiendo que no podemos ser felices siempre y recordando que no hay que pretenderlo, es importante recordar que cada persona puede encontrar los recursos y las herramientas que más le sirvan para tener la vida que quiera tener y avanzar en su camino de la felicidad. La psicología positiva y la ciencia de la felicidad, sin tener respuestas para todo y equivocándose seguramente en algunas cosas, contienen muchas de esas herramientas y recursos que merece la pena probar, e intentar adaptar a nuestra vida con flexibilidad y pensamiento crítico.