Vivimos en un mundo en el que parece que si no aprovechas el tiempo al máximo y eres superproductivo, te vas a quedar atrás y alguien hará tu trabajo mejor y en menos tiempo. Vivimos en un mundo competitivo y estresante que nos exige cada vez más a nivel laboral y también en lo personal y lo social. Sin embargo, podemos salir de esa rueda, romper automatismos e inercias y decidir lo que para nosotros es un nivel adecuado de trabajo y de actividad y así poder disfrutar de lo que hacemos desde la calma y la conciencia. Todo empieza por escucharnos y conocernos, para tomar decisiones que nos permitan llevar la vida que queremos.
Directamente relacionado con la actividad y la ocupación del tiempo, aparece un tema muy relevante y útil vinculado también con la conciencia, la atención y el bienestar: el flow o la experiencia óptima.
¿Sabes de lo que hablo? ¿Te suena de algo el llamado flow channel?
El flow es una de esas cosas que todos hemos experimentado, pero que quizá no le hemos puesto nombre ni sabemos lo importante que es para nuestra felicidad y crecimiento personal.
La teoría del flow fue elaborada en los años 90 por el psicólogo Mihalyi Csikszentmihalyi, uno de los padres de la psicología positiva y pionero en el estudio científico de la felicidad junto a Martin Seligman. Mihalyi descubrió que las personas encuentran una auténtica satisfacción durante un estado de conciencia que él llamó flujo o flow. Es un estado en el que las personas están completamente absortas en una actividad y pierden la noción del tiempo y la conciencia de sí mismos, estando a la vez súper concentrado y motivados.
“Los mejores momentos de nuestra vida no son los momentos pasivos, receptivos y relajantes… Los mejores momentos suelen ocurrir cuando el cuerpo o la mente de una persona se ponen al límite en un esfuerzo voluntario por lograr algo difícil y que merezca la pena.” Mihaly Csikszentmihalyi (1990, p. 3)
Como vemos, en contraposición al mind-wandering, el flow habla de momentos estimulantes de ocupación y concentración; de desafíos y retos que nos satisfacen en sí mismos, ya que según se ha encontrado en las investigaciones, de esa forma nos sentimos mejor y más realizados. No se trata de hacer más en menos tiempo, sino de hacer las cosas de forma más consciente y con mentalidad constructiva, encontrando la forma de motivarnos, disfrutar y aprender con lo que hacemos.
Durante esta «experiencia óptima» las personas se sienten «fuertes, alerta, bajo control y en la cima de sus capacidades». El autor insiste en que la felicidad no se produce sin más. Debe ser preparada y cultivada por cada persona de forma proactiva, estableciendo retos que no sean ni demasiado exigentes ni demasiado sencillos para sus capacidades. Este es un aspecto fundamental del flow y una de sus características más destacadas: el ajuste entre las capacidades o habilidades de una persona y las demandas del entorno. Esto podemos verlo muy bien reflejado en la representación gráfica del denominado flow channel:
En la gráfica puede observarse que cuando hay retos muy altos y habilidades bajas para resolverlos, sentiremos ansiedad, nervios, frustración… Por el contrario, si nuestro nivel de habilidad es alto pero el nivel de reto o desafío de la situación es bajo, nos aburrimos y desmotivamos. Es decir, que lo importante en este sentido es que haya retos en un nivel adecuado y proporcional a nuestras habilidades, y que, si no tenemos retos o habilidades, la clave está en buscar los primeros y en aprender y entrenar las segundas.
Según esta teoría, la situación ideal para que se produzca el flow es cuando el nivel de reto está un poco por encima del nivel de habilidad, ya que ahí surge el desafío y la oportunidad de mejora y crecimiento óptimos. Otras características del estado de flow son:
- Objetivos claros en la actividad.
- Retroalimentación de las acciones propias.
- La acción y la conciencia se fusionan.
- No hay distracciones.
- No hay preocupación por el fracaso.
- Desaparece la conciencia de uno mismo.
- El sentido del tiempo se distorsiona.
- La actividad se convierte en un fin en sí mismo.
Los deportes y las actividades creativas son las que más fácilmente producen este estado de flow o experiencia óptima. Sin embargo, también aparece en el trabajo o en otros momentos aparentemente menos satisfactorios de nuestro día a día, y nosotros podemos contribuir al aumento de su frecuencia.
Esta teoría y su aplicación práctica ponen de manifiesto cómo la atención y la acción conscientes orientadas a metas, nos lleva al crecimiento personal y al aumento del bienestar. Es un ejemplo claro de por qué es importante parar y hacer las cosas de forma voluntaria y consciente, profundizando y dedicando tiempo de calidad, en lugar de interactuar desde la superficialidad y la inmediatez.
Cuantos más momentos de flow tengamos en nuestra vida, más felices seremos y más evolucionaremos y avanzaremos en nuestro camino de la felicidad.
Para alcanzar momentos de experiencia óptima hay que vivir una vida consciente y conectada con nuestra esencia y con lo que hacemos. De esta forma podremos descubrir las actividades que nos hacen entrar el flow y fomentarlas, así como las habilidades que ya tenemos o las que necesitamos desarrollar o mejorar.